La Promesa del Espíritu Santo
Diez días después que Jesús se regresó al cielo, el
Espíritu Santo fue enviado para estar con la Iglesia. Este suceso se recuerda
en el Calendario de la Iglesia como el Día de Pentecostés.
Juan el apóstol, en el Evangelio que escribió y en su
Primera Carta, nos brinda muchas enseñanzas acerca del Espíritu Santo.
Ya en la tercera parte del Evangelio de Juan,
encontramos que Jesús anuncia una promesa a Sus discípulos; la venida del
Espíritu Santo.
Apuntes Bíblicos, te presenta este trabajo para hacerte recordar lo
que Jesús consideró lo que todo creyente debe practicar en la vida cristiana
para tener una buena comunión con el Espírito Santo.
Antes de entrar al tema central, veamos la situación espiritual
de los creyentes al comienzo de del c. 14.
1. No se turbe vuestro corazón…
¿Qué estaba pasando a este momento? La situación
espiritual de los discípulos no estaba bien. Había “turbación”, angustia,
temor, perplejidad. ¿Por qué?
Porque:
·
Jesús
había anunciado ya su muerte (12: 32, 33).
·
Jesús
anuncia que hay un traidor en el grupo de los doce (13: 18).
·
Jesús
pronto ha de partir, ahora le queda poco tiempo (13:33).
·
Jesús
anuncia que Pedro le negará (13: 36-38).
¿Cómo actúa Jesús?
Jesús asume el rol de “Consolador”. Él les dice: No se turbe vuestro corazón. Y esto
porque Él mismo también vivió momentos similares como los discípulos, lo viven
ahora. Jesús, Hombre y Dios a la vez, experimentó sufrimiento, llanto,
turbación (11:35; 12:27). El autor de la Carta a los Hebreos nos dice: Puesto que él mismo sufrió la tentación, es
poderoso para ayudar a los que son tentados (2:18).
Para nosotros
Los creyentes, estamos en camino a la Patria
Celestial, todavía no hemos llegado allí, y por lo tanto, somos puestos a
prueba en la fe. Pasamos por sufrimientos, lloramos, pero aquí vale considerar
lo que Jesús dijo: “No se turbe tu corazón”. Busca consuelo en Jesús si pasas
por momentos de perplejidad. Si deseas que Jesús sea tu consuelo hay una condición:
Creer en Él. Eso quiere Jesús, y Él dice:
… creen en Dios, crean también en
mí.
En una traducción del Nuevo Testamento, J. Dam,
traduce este versículo así: (Si) tienen
confiada esperanza (“fe”) en Elohim, tengan también confiada esperanza (“fe”)
en Mí.[1]
Creer, es poner la confianza en Dios. Jesús está
hablando a judíos que creen en El. Cuando habla de “Dios” se refiere al Dios de
sus antepasados. Es decir, se refiere aquí a Elohim.
Elohim, es el Dios que creó todo el universo y lo
existe dentro de él. Elohim, es un nombre plural para Dios, es decir, se
refiere al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Este Elohim, ha creado también
el nuevo Reino de los Cielos y nos da posibilidad de entrar a ella, por la fe
en Cristo Jesús.
En nuestro mundo contemporáneo se habla mucho de dios
y muchas veces se refiere a Satanás. El ecumenismo habla de dios, y mezcla a
todos los dioses de las diferentes religiones. Para estos religiosos ciegos lo
importante, se tiene un dios en quién creer.
Pero Jesús dice: Cree en Dios y cree en mí. Él no dice
a los creyentes, cree en Alá, en Buda en María y los santos, etc. Sino, Él dice
sólo debemos creer en el Dios de la Biblia.
Hermana(o), recuerda: Si estás turbado por diferentes motivos en tu vida, Jesús nos habla y
dice: Cree en Dios, cree en mí.
2. Esperando la promesa
Antes de dar promesa, Jesús dice a sus discípulos:
a) Si me aman… (Juan 14:15 a).
Si queremos una definición bíblica acerca del amor, no
encontraremos una única cita bíblica donde se da esta definición. Pero, sí nos
da muchos textos donde podemos estudiarla y así aprenderla para luego
practicarla.
Pero quizás te preguntas, ¿dónde están esos textos? Desde
ya te doy algunos puntos de apoyo. El Evangelio de Juan, es llamado también, El Evangelio del Amor. También
considera:
·
El
texto central de la Biblia es: Juan 3:16.
·
En
la parte última del Evangelio, Juan escribe la pregunta que Jesús le hace a
Pedro: ¿Me amas?
·
También
considera, la Primera Carta de Juan, tiene 5 capítulos y en esta carta
encontramos cuarenta veces la palabra “amor” o referente a ella.
Dios es amor (1 Juan 4: 4, 8).
La esencia de Dios en Su Persona es que, Él es amor.
Esta es la teoría, pero la práctica nos muestra:
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su
Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga
vida eterna.
·
Dios
no permanece oculto, Él se revela y sobretodo busca una relación con el hombre
y así vemos “la acción” de Su amor. Algunos ejemplos:
– En Isaías 41:8 leemos: Pero tú Israel, eres mi siervo; tú, Jacob, a quien yo escogí,
descendientes de mi amigo Abraham. Lutero, traduce la última parte, “descendientes
de mi amado Abraham”.
– El pueblo de Israel fue escogido por Dios, como “Su”
pueblo sólo por amor (Deuteronomio 7:7, 8).
– Dios da su amor a judíos y a gentiles Juan 3,16.
– A ti a mi.
Evitemos caer en un falso
concepto del amor divino
Los no creyentes al hablar del amor, se refieren al
amor de una persona a otra, de padres a hijos, a amigos, y otros se refieren a
lo erótico.
Recordemos:
El amor divino nunca se mide, con la medida humana.
Así veamos:
·
Dios
ama y odia.
·
Dios
ama, pero también no deja Su justicia.
·
El
amor divino está libre de impureza y egoísmo.
·
Dios
puede actuar con ira (Romanos 1:18). Su ira es una que corrige con amor, por
medio de ella muestra Su santidad y justicia.
·
Dios,
es un Dios que practica la venganza. Esto debe
consolarnos sobre todo donde se vive la injusticia (Hebreos 10:22).
Aprendamos:
El amor de Dios es como una medalla que tiene dos
lados. Si aceptas el amor divino, considera también Su ira y odio frente al malo
y la maldad.
“No seas como el fariseo. Ellos quieren tomar sólo el
amor divino para sí. Dejando la justicia para los otros”.
b)…obedezcan mis mandamientos
(Juan 14:15 b)
La secta de los adventistas hace mucho énfasis en
guardar los “mandamientos” del Antiguo Testamento, para ellos, si deseas entrar
al cielo debes cumplir los mandamientos
y creer en Jesús. Esto nunca enseñó Jesús, ni otro Apóstol en el Nuevo
Testamento.
Hay grupos que enseñan que no se deben guardan los
Mandamientos de Dios, y que sólo somos salvos por gracia.
Lo cierto es que Jesús mismo manda que guardemos Sus
mandamientos. El texto arriba y otros nos dice lo que Jesús desea y ordena.
¿Qué son esos mandamientos? El amor a Dios sobre todas
las cosas y el amor al prójimo.[2]
También podemos afirmar que “los mandamientos de
Jesús”, vienen a ser todo lo que Él enseñó y mando a obrar a Sus discípulos.
Un mandamiento nuevo, Juan 13:34
Un mandamiento nuevo les doy: Que
se amen unos a otros. Así como yo les he amado, ámense también ustedes unos a
otros.
En Levítico 19:18 encontramos el mandamiento de amar
al prójimo. En Mateo 5: 43 encontramos el mandamiento de amar al enemigo. Y a
hora Jesús nos da otro mandamiento, el que hemos citado arriba.
En Jesús tenemos un Nuevo Pacto, y por lo tanto ahora
nos da un “nuevo mandamiento” “Que nos amemos unos a otros” y esto en la
iglesia, cuerpo de Cristo.
Un mandamiento nada fácil, considerando que en la
iglesia, a veces hay creyentes, no maduros en la fe, y que se portan como si
fueran niños en la fe con las que hay tener mucha paciencia.
3. La Promesa Esperada
Ahora que hemos visto las condiciones que da Jesús,
para la promesa esperada, veamos lo que Él promete.
Y yo rogaré al Padre, y él les
dará otro Consolador, para que esté con ustedes para siempre (Juan 14:16).
Si nos damos cuenta, este texto nos habla de Dios en
tres Personas. Jesús, El Padre y el Espíritu Santo. Una unidad en la obra de la
Redención.
Según la Biblia, El Espíritu Santo:
·
Participó
en la Creación (Génesis 1:2; Hechos 17:24).
·
Él
es omnisciente (1Corintios 2:10).
·
Él
es también la verdad.
El Espíritu de Verdad
Pero cuando venga el Espíritu de
verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta,
sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de
venir (Juan 16:13).
El Espíritu de verdad, al cual el
mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le
conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros (Juan 14:17).
Juan el Bautista al bautizar a Jesús da una profecía,
que el Jesús bautizaría con el Espíritu Santo[3].
Esto era la referencia a lo que pasaría en el Día de Pentecostés.
Desde esta fecha hasta la actualidad,
toda persona que acepta a Jesucristo como su Salvador personal, recibe el
Espíritu Santo en su vida.
Para que la persona reciba el Espíritu Santo hay un
proceso:
El Espíritu Santo tiene una tarea especial: Convencer.
a) Convencer de pecado.
El pecado es como una enfermedad. Todo el mundo nace
con la infección del pecado (Romanos 3:23). El hombre en pecado puede ser
curado, redimido. Quien tiene la fe en Jesús. Pero el que no tiene la fe en
Jesús no puede ser redimido.
Quien convence al hombre que está en pecado, es el
Espíritu Santo, El Parakletos (abogado, ayudador).
Considera:
Para el creyente Parakletos es abogado defensor. Para
los incrédulos el Espíritu Santo viene a ser el acusador público.
b) Convence de justicia.
Justicia puede tener una de estos tres significados:
·
Ser
justo (Juez).
·
Ser
justificado delante de Dios.
·
Practicar
la justicia como Dios lo desea.
Pablo nos dice, que Jesucristo es nuestra Justicia (1
Corintios 1:31). Ningún ser humano es justo delante de Dios, excepto sí uno es
justificado por Jesús (Romanos 3: 26).
c) Convence de juicio (gr Krisis: separación,
decisión).
La Biblia nos dice hay un día juicio para el mundo
incrédulo (Mateo12:36-37).
Conclusión
Los creyentes no están huérfanos en el mundo. Si bien
es cierto que Jesús se regresó al cielo, el Espíritu Santo está en cada
creyente y esto porque, el amor de Dios reina dentro de nuestros corazones.
Quien tiene a Jesús en su vida, tiene también al
Espíritu Santo.
Amén.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario