viernes, 9 de febrero de 2018

La Vergüenza




La vergüenza
1. ¿Qué es?
La RAE[1] define. Turbación del ánimo, que suele encender el color del rostro, ocasionada por alguna falta cometida, o por alguna acción deshonrosa y humillante, propia o ajena.[2]
La Biblia dice de la vergüenza: Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban de andar así (Génesis 2:25).
Antes de la caída del hombre, en Adán notamos que “no” se conoce la “vergüenza” ( heb. Bos). El hombre y la mujer están “desnudos” en el paraíso. Y cuando leemos, que tanto Eva como Adán comieron del fruto…se dieron cuenta de que estaban desnudos, entonces tejieron hojas de higuera y se cubrieron con ella (Génesis 3:7). ¿Qué pasó? Ahora tenían “vergüenza”.
Así entiendo yo que la vergüenza en la Biblia es:
-         Darse cuenta que uno está desnudo frente a los ojos de Dios y al del prójimo.
Al hablar de la vergüenza también diremos, es un sentimiento negativo. En el Salmo 8 el rey David escribe acerca del hombre y dice: Le has hecho poco menor que los ángeles. Y lo coronaste de gloria y honra (R-V. 1960).[3]
Ahora por el pecado de la desobediencia en Edén esa gloria y honra se convierte en “deshonra”, en confusión, pudor, ridículo.[4]
Es más, la vergüenza nos lleva nos lleva a dar un mal testimonio, una mala imagen. Reputación de nuestra persona.
Aprendamos
La vergüenza, es darse cuenta que uno está separado de Dios y de su prójimo.


2. La vergüenza frente a Dios

La Biblia nos dice todos han pecado (Romanos 6:23). Esto significa, que el virus del pecado, trae consigo también la vergüenza a toda la humanidad. Es decir, frente a Dios no podemos ocultar nuestra desnudez.
El hombre después de pecar se da cuenta que está desnudo frente a su Creador, ¿qué hace? Se oculta, tiene vergüenza. Y el amor de Dios se pone en acción. ¿Qué hace? Hace túnicas de pieles para vestir al hombre y a la mujer (Génesis 3:21). Las hojas de la higuera no eran suficientes para que ambos cubran su vergüenza, sino Dios mismo sacrifica animales, derrama su sangre, para hacer de ellos túnicas que puedan vestirse.
“Si el hombre se separa de Dios por el pecado, Dios lo busca para restaurarlo. Si el hombre tiene vergüenza por su desnudez, Dios le viste con vestidos y esto a precio de sangre y sacrificio”.
El apóstol Pedro escribe sobre esto y nos dice que debemos saber que fuimos rescatados de una vida sin sentido… no con oro ni con plata, sino con la sangre preciosa de Cristo (1 Pedro 1: 18-19).

¿Tienes vestidos nuevos?
En Lucas 15, encontramos la historia del Hijo Pródigo. Éste después de haber gastado toda su herencia, se va a trabajar como pastor de cerdos. Pero tan grande es su hambre, y sus sufrimientos que razona para salir de esta situación, y luego planifica regresar a su padre. En su mente está pedirle perdón a su padre, pero también que su situación personal cambie. El hijo perdido después de planificar, pone su teoría en práctica. Cuando el hijo estaba cerca a su casa el padre lo vio, y tuvo compasión de él y va a su encuentro le abraza y le besa. El hijo trata de expresar su plan, pero sólo llega a confesar su pecado. ¿Qué hace el padre? Él ordena traer a sus siervos traer “la mejor ropa” para vestir al hijo.
Si nos damos cuenta, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, es el mismo Padre que actúa con amor y misericordia frente a la humanidad.
Tanto Adán y Eva como el Hijo Perdido, reciben vestidos de justificación frente a la santidad de Dios.

Justificados por la Sangre de Cristo
Sin derramamiento de sangre no hay perdón (Hebreos 9:22). En el AT para obtener el perdón de pecados debía presentarse un sacrificio[5]. En el NT Jesucristo es nuestro sacrificio (Hebreos 9:12, 26).


¿Quieres separarte de tu vergüenza?
El rey David también dijo: No hay nadie que haga el bien; ¡ni siquiera uno solo! (Salmo 14:1,3). Es decir tú y yo estamos en esa lista. Si Dios nos llamase a Su Tribunal hoy para darle cuentas de nuestros hechos, nosotros estaremos, bien - en el grupo que no tiene de que avergonzarse delante de Dios, o bien en el grupo que no desea presentarse delante de Dios y esto por vergüenza como consecuencia del pecado en nuestra vida-.

Nuestro vestido en Jesús
Pablo en la carta a los Romanos escribe; que el hombre que es pecador, puede ser hecho “justo”[6] por la fe en Cristo Jesús (1:16, 17). Este es el mensaje del Evangelio. Este es el poder de Dios para la salvación. Con este poder no tenemos más “vergüenza”, sino hay salvación eterna por la fe.
“El pecado avergüenza, el Evangelio no avergüenza”.  Si Jesucristo todavía no es tu Salvador, ven a Él por fe. Que sea el Señor de tu vida.
“Vivir con vergüenza es vivir con remordimiento, sin paz en la vida”. A esto Pablo dice: Justificados pues por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo (Romanos 5:1).
A partir del c. 12 de Romanos, Pablo da consejos prácticos a los creyentes, nos recomienda como vivir y actuar en nuestra sociedad, frente a las autoridades y también frente al prójimo. En el c. 13, Pablo nos hace recordar: Que el cumplimiento de la ley es el amor (13:10). Que el tiempo de la salvación se acerca y también nos pide:
a) vestirnos de las armas de la luz, y
b) vestirnos del Señor Jesús.
«El creyente también peca, pero no se queda con esa vergüenza, sino busca confesar sus pecados y seguir fiel a Dios». Hace uso de la Biblia y la oración que son las armas del creyente.
Hermana(o) no manchemos nuestros vestidos de la justificación, sino mantengamos la pureza en Cristo Jesús.
Vístete no con la vergüenza del pecado, ni con tus propios hechos, sino con Jesús. Él que borra nuestra vergüenza. Amén.




[1][1] RAE, son las siglas de la Real Academia Española.
[2] http://dle.rae.es/?id=be2F2r6.
[3] La versión Reina Valera  Contemporánea , traduce:  Hiciste al hombre poco menor que un dios.
[4] El antónimo de vergüenza es: Honra, gloria.
[5] Levítico 9:7.
[6] Esto es lo que llamamos justificación. Es decir,  Dios como Juez, encuentra justo a una persona que cree en Jesucristo y en su obra de redención.